La noche en que me di cuenta.

Y la última noche en la que hablamos me fui a la cama con un inmenso dolor en el pecho. Me dolía, y me dolía mucho: tu indiferencia hacía mí, tus respuestas cortantes, tus estúpidas preguntas que ya no volviste a hacerme, tu forma de pensar sobre mí. Todo me dolía, porque sabía que era la última vez que hablaríamos así. 
Me siento estúpida, pero debo aceptar que desde hace ya unas semanas lo único interesante, y que realmente me importaba, era hablar contigo; aunque no dijéramos nada, aunque sólo discutiéramos porque ya no respondíamos las preguntas que nos formulábamos, aunque yo te respondía mal y tu seguías intentando hablar conmigo... 
Esa noche, cuando preferiste ir a dormir que seguir hablando, me di cuenta que, desde hacía ya un tiempo, me había enamorado de un idiota para el cual yo sólo era un capricho: me había enamorado de ti.

-R. Lizbeth. 



Comentarios