Cartas A Un Desconocido.

Tal vez lo que ocurrió fue sólo mi estúpida necesidad de querer sentir algo más por alguien que no fuera yo. 

Por alguien que sólo pude apreciar apenas unos minutos, pero esos minutos me bastaron para compararte con ese chico ideal que mi imaginación había estado creando desde hace algunos años. 
Déjame decirte que físicamente no te parecías a él, es más, eras todo lo contrario. Recuerdo que estabas ahí sentado junto tus amigos, riendo y echando relajo despreocupadamente, llevabas puesta una camiseta de cuadros, la cual tenías desabotonada un poco, unos pantalones de color caqui que combinaban con la camiseta y esos botines...unos botines que a mi parecer eran graciosos, estaban a la mitad de ser para vaqueros y la mitad de ser para andar en motocicleta, pero por alguna razón ellos fueron los culpables de que me fijara en ti. Lo que más me llamó la atención en un primer momento fue la forma alborotada de tu cabello; la manera en que tu mano pasaba sobre tu castaña cabellera tratando de quitarla un poco de tu rostro para poder ver mejor y ésta queriendo marcar territorio regresaba al lugar del que la habías quitado sin ninguna vacilación, sin dejar ningún indicio de que se quitaría, por más intentos que hiciste, de allí. 
Sinceramente, tu aspecto me causaba un poco de gracia, jamás había puesto mi atención en un chico tan peculiar como tú y créeme que jamás paso por mi cabeza llegar a tener siquiera un mísero pensamiento sobre ti. 

En fin, no suelo echarle la culpa al destino por las cosas que me suceden, pero juro por lo que más quiero, que creí que moriría si no lograba descifrar aquél enigma que se me presentó al momento de ver tus ojos. Pensé que el hado había planeado todo lo que hasta ese momento me había ocurrido para llegar justamente al momento de cruzar mi mirada con la tuya. 
Tuve la enorme necesidad de acercarme y hablarte, preguntar tu nombre y saber un poco acerca de ti. En mi cabeza se había iniciado ya la historia de nuestra relación; pude ver claramente cómo conversábamos, cómo caminábamos de la mano, cómo me sorprenderías tapándome los ojos con tus manos, e incluso pude visualizar la opción de sólo llegar a ser amigos. 
De inmediato empecé a formar un diálogo en mi cabeza con el cual poderme acercar hacia ti. Un "hola ¿qué tal?" Fue lo primero que imagine, pero así como la idea llegó a mi cabeza fue descartada. Una excusa fue lo segundo que se me ocurrió; llegar y decir "disculpa, 
¿tienes un bolígrafo que me prestes?" No sonaba tan mal con la voz de mi imaginación. Pero más tardé en pensar otra excusa con qué acercarme y hablarte que justo cuando me levanté de mi lugar para acercarme una voz detrás mía gritó: 
-Flores, tu sigues- 
Y tú, sin siquiera posar la mirada en mi, pasaste a mi lado y saliste junto con aquella voz que anunció que eras el siguiente. 

Desde ese momento, te he pensando tantas veces que tu figura se ha combinado con mi chico ideal. Te he pensado tanto que ya no recuerdo el verdadero rostro de mi chico. Tú, has suplantado su rostro, su cuerpo e incluso algunas actitudes que le había imaginado. Por un instante te sentí tan real, tan cerca, tan vívido, que olvidé que todo había ocurrido en mi imaginación... 

Es por eso que cuando mi racionalidad me regresó a la realidad llegué a la conclusión de que tal vez lo que ocurrió fue sólo mi estúpida necesidad de querer sentir algo más por alguien que no fuera yo.

-R. Lizbeth. 



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