La carta que nunca envié... (Porque no tenía su dirección)

Jueves, 11 de junio del 2015

¡Hola! 

Nunca he sabido cómo iniciar una carta. No sé si debo preguntar cómo estás o decir que espero que estés bien, pero a sabiendas de que esta carta no tendrá respuesta supongo que solo dejaré el Hola, esperando a que mis preguntas anteriores tengan una respuesta positiva aunque sea en mi imaginación.
Creo que hay muchas cosas que tengo que decirte, considerando que la última vez que hablamos, o más bien tú hablaste y yo escuché, no tuve oportunidad de decírtelas. Tengo muchas preguntas sin contestar, muchos sentimientos que aclarar y confesiones que me rondan por la cabeza hasta altas horas de la madrugada y que me muero por expresártelas. 

Hace poco leí un libro que me hizo recordarte, en realidad no tiene mucho romance, así como nuestro encuentro, pero el final me recordó un poco a nuestra despedida... Fue entonces cuando lo comprendí. Por muchas semanas me he aferrado a la idea de que los dos teníamos que estar juntos. Tal vez no hoy, ni mañana, ni mucho menos dentro de un mes o diez; aún sigo sin estar segura de cuándo, pero sí confiaba en que nuestro destino era terminar juntos (aún cuando no creo en el destino [irónico ¿no crees?]). 
Lo cierto es que ese libro me hizo comprender que aunque nuestro encuentro no fue algo casual y que nuestra cercanía fuera casi nula, creo que tuvimos algo. Sí, algo especial.  Y no me refiero a algo romántico, más bien algo así como una conexión, de esas que sólo se tienen con pocas personas. Personas que saben por lo que tu pasas y que no te juzgarían por tus acciones.

No puedo estar segura de que tú también te sentías así, pero mi intuición me dice que sí llegaste a sentir algo. Tal vez estabas demasiado ocupado odiando al mundo y las personas como para darte cuenta que había alguien que estaba pasando por lo mismo que tu y que quería ser descubierto. Pero debo confesar que aunque los dos estamos rotos e intentamos sobrevivir a este mundo de mierda, nuestros caminos nunca serán los mismos. 
Te encontré porque necesitaba a alguien, alguien cómo yo: un poco roto, un tanto perdido, y con ganas de saber cómo salir de esto. Necesitaba contarte todo lo que mi sonrisa callaba, moría por encontrarte y saber que no era la única en estas condiciones. Es algo egoísta, lo sé; pero sinceramente eso era de las pocas cosas que me mantenían aquí. Quería creer que llegarías y te darías cuenta de la mirada vacía y la sonrisa rota; del infierno en la mirada y el miedo en el andar. Pero, como ya dije, estabas demasiado ocupado intentando sobrevivir a tus propios demonios  que ni siquiera escuchaste mis gritos de auxilio ni mis gestos de empatía para contigo.  Así que lo único que obtuve fue ser ignorada y un poco lastimada por alguien a quien estuve esperando casi toda mi vida. No te culpo, nunca te enteraste de esto antes. Culpo a mi vaga idea de lo que creí que eras e ibas a ser, de mis expectativas de ti que jamás sabré si son del todo reales o no, puesto que nunca me dejaste entrar a ese mundo. 
Al principio creí que mis demonios no eran lo suficientemente grandes como para que los dejaras pasar a tu infierno y creo que ahí radica el problema. ¿Porqué quisiera entrar a tu infierno si el mío era demasiado grande como para que tus demonios también entraran? 
Después  de un tiempo de analizarlo  he concluido que mis demonios fueron enternecidos por los tuyos, pues nunca se habían encontrado con seres tan increíblemente malévolos pero con un toque de inocencia e ingenuidad, lo cual me hizo querer entrar a ese mundo que, creo, aún no estoy preparada. 

En fin, solo quería decirte que ya no te voy a molestar más. Estos últimos días te he necesitado demasiado, he hecho cosas que creí no volver a hacer de nuevo y necesitaba a alguien que me ayudara a salir de esto. Lo confieso, ya no soy la misma chica que fingía ser fuerte de hace unos años. En este momento acepto que necesitaba ayuda. Necesito ayuda. Pero mi terquedad jamás me dejo aceptar la ayuda si no provenía de ti; cosa que jamás sucedió. Y al estar completamente derrumbada y sin encontrar el camino correcto comprendí que si de verdad quiero salir y sobrevivir a esto tengo que hacerlo por mi propia cuenta. Como siempre lo he hecho. Así que solo puedo pedirte que perdones mi insistencia y que aunque me duela he decidido no molestar más. Ya no intentaré entrar a tu mundo, ya no haré nada para que me aceptes.  Ahora seguiré con mi camino e intentaré sobrevivir a mi manera.  
Sólo debo decirte que si algún día quieres hablarme, puedes hacerlo. No habría otra cosa que me encantara más que la idea de volver a verte y tener una verdadera conversación contigo. Si sucede, si ya estás preparado para hablar, sé que encontraras el modo de encontrarme.  

Gracias por todo. Tal vez esto no importe pero debes saber que Te Quiero y querré durante el resto de mis días, aún cuando haya alguien más a mi lado. Siempre te recordaré como el chico que comprendió como me sentía aunque nunca supo lo iguales que éramos por dentro, por más diferencias que existían por fuera. Siempre serás el chico que se llevó un poco de mi cuando se fue sin despedirse. Hasta pronto. 

-R. Lizbeth.



Comentarios